Días Buenos y Días Malos de Entrenamiento

Todos tenemos días obscuros en la vida cotidiana y también con el entrenamiento. De esto nadie se puede salvar. Es normal que pase y no se puede hacer absolutamente nada. Seguro que más de uno se siente identificado con esto.

Muchas veces nos desmoralizamos cuando llegan esos días en los que no nos apetece ir a montar bicicleta, nadar, correr o ir al gimnasio o al CrossFit. Este sentimiento repentino de dejadez es algo normal, sí, absolutamente normal, cuando solo quieres estar solo y estar tirado en tu cama haciendo nada.

No importa lo acostumbrado que uno esté al ejercicio físico o a realizar deporte, el estado de ánimo de cada persona sufre subidas y bajadas que inevitablemente afectan nuestra mente y nuestro cuerpo, y hasta el ritmo de vida cotidiano.

Por ejemplo, los días fríos, nublados y lluviosos de invierno en los que todo se ve “negro”, o los más calurosos días de verano en que por la calor infernal y la humedad, hace que no queramos salir al aire libre. Estos días suelen ser los más desmotivantes para muchas personas. Por otro lado, cada persona es diferente y a cada persona le afecta de manera individual y distinta estos factores externos incontrolables.

Luchar contra esta sensación de pereza, bloqueo mental y dejadez es muy importante para poder alcanzar las metas individuales de forma efectiva. Tienes que tener presente y entender que no siempre va a ser fácil todos los días. Una vez puedas comprender esto, podrás controlar y forjar tu fuerza mental y de voluntad, incluso cuando los días malos se presenten y cuando no tengas las ganas de realizar ejercicio. Es por esto que hay que comprender muy bien la situación y tratar de ser lo más analíticos posibles para facilitar la superación de lo que uno está pasando.

Una técnica que puede ayudar a ver de forma general el contexto de los días malos consiste en identificar los elementos y factores que consideramos que más nos afectan negativamente y que obstaculizan nuestros entrenamientos o práctica deportiva. Por ejemplo, el estrés, falta de sueño, compromisos familiares, trabajo, clima, relaciones personales, etc. Lo que recomiendo es hacer una lista de estos factores y escribirlas en un papel.

Cuando hayas listado aproximadamente los obstáculos principales que consideres que afectan tu entrenamiento, puedes empezar a trabajarlos uno a uno. El sistema es muy sencillo y simple. Solo trata de darles la vuelta y convertir el factor negativo en algo que te motive.

Por ejemplo, cuando estás estresado más de lo normal la mejor manera de eliminar el estrés es sudar un rato haciendo ejercicio ya sea en el gimnasio, al aire libre o en el parque. Esto ayuda a despejar la mente y te hace olvidar las causas de ese estrés. Aunque no lo creas, terminada la sesión de actividad física los problemas se afrontan con mejor perspectiva, ya que uno tiene la mente más clara para ver las cosas desde otro ángulo.

Incluso, conozco personas que cuando están estresadas salen a caminar al aire libre con sus mascotas y escuchando una buena música con sus audífonos. Esto los libera completamente del estrés. Busca lo que más te guste hacer y que sientas que te libera totalmente.

Así que ya lo sabes. Es inevitable los días buenos y días malos, tanto en la vida como en el entrenamiento. Muchas veces solo puedes controlar lo que es controlable. Otras veces no vas a poder hacer nada. Cuando lleguen esos días negros aplica los consejos que te acabo de mencionar para que tu día vaya mejorando poco a poco.

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