Cuando Entrenas 60 Minutos en el Infierno

Son las 4:30 a.m. y no puedes dormir porque las cuentas se acumulan y no sabes cómo las vas a pagar. Odias tu trabajo y las personas que trabajan alrededor tuyo lo odian aún más. Te paras de la cama, lavas tu cara y tus dientes, y miras fijamente al hombre que te está viendo al espejo. Sí, eres tú mismo. Te preguntas que ha pasado en los últimos años con ese hombre lleno de energía que solía enfrentar la vida de forma alegre. Dónde está todo el dinero que has gastado? Mientras piensas en ello, vas a la cocina por tu taza de café y tu desayuno. Tus pensamientos poco a poco comienzan a cambiar porque sabes que tienes que ir a entrenar a tu rutina matutina.

Ya son casi las 6:00 a.m. y llegas al gimnasio, y te encuentras con tus compañeros de entrenamiento. Algunos están pasando por las mismas cosas que tú y hasta cosas peores. Pero recuerda que nadie habla de eso. Todo es pura energía y vibras positivas para el trabajo que se viene adelante. Es día de sentadillas y peso muerto, y la cosa no se va a poner fácil

En este punto, todos tus problemas casi se te han olvidado. Es uno de esos días. No sabes el por qué, pero estás lleno de energía y te sientes realmente fuerte a pesar de que solo dormiste 4 horas. Así que sigues serie tras serie, repetición tras repetición y más peso a la barra. Sudas excesivamente y tu respiración parece como una locomotora. A este punto, tus problemas ya no existen. Todo lo que puedes pensar y manejar son las libras que vas a levantar y ayudar a los que están entrenando contigo. El trabajo hay que hacerlo. Y sabes que si lo realizas intensamente, puedes sobrepasar lo que sea. Así que lo haces. Y cuando terminas, eres un mejor hombre porque lo hiciste a pesar de todo.

Durante esa hora completa de entrenamiento, jamás pensaste por un segundo en ese trabajo miserable que estás. Ni siquiera pasó por tu mente las deudas o aquel tipo con el cual tu mujer te engaña. No pensaste en ello porque no pudiste. Porque estabas entrenando en el infierno. Sabes que no puedes renunciar. Tienes que seguir escarbando un poco más y terminar el trabajo. Este trabajo requiere toda tu atención. No hay lugar para preocupaciones, miedo, dudas o para el Instagram. Solo eres tú, tus amigos de entrenamiento, tu sudor, sangre, tus lágrimas y algunas cientos de libras de hierro puro.

Toda la energía negativa que te poseía por dentro ahora se ha esfumado. Te sientes fortalecido y más relajado. Y de repente, comienzas a ver tus problemas desde otro ángulo. Observas una perspectiva diferente que puedes realizar. Sabes que será duro de cambiar, pero al menos ves la realidad de la posibilidad. Miras todo lo que has entrenado en esa hora. Te das cuenta del potencial que tienes y sabes que con la mentalidad correcta puedes lograr cosas mucho mayores de lo que creías posible. Así que sales del gimnasio en busca de una nueva oportunidad. Comienzas a pensar de forma poco convencional. Esto se llama progreso, y muchas veces solo necesitas algo de “empuje” para ganar momentum. Las ideas fluyen y tienes las ganas de seguir el día de forma diferente.

Todo esto comenzó con algo de sueño, rabia, dolor, sangre, sudor y trabajo duro. Si esos 60 minutos nunca hubieran pasado, tus pensamientos negativos te habrían consumido por completo. Habrías escuchado las noticias y llenado tu cerebro con más porquerías tóxicas y estresado sobre todas las cosas que no van bien en tu vida. Habrías revisado las redes sociales y te habrías sentido mal viendo la vida de sueños que la gente pretende tener.

En la vida, no valoramos el tiempo. Nos enfocamos demasiado en las redes sociales, en las noticias, en los problemas, en los problemas de los amigos y así sucesivamente. No muchos se toman el tiempo para concentrarse en sí mismos y asumir la responsabilidad de lo que está bajo su control. No muchos tienen la capacidad de seguir hacia adelante y hacer el trabajo duro, y esto es gran parte por lo cual la gente fracasa. Tienen miedo del trabajo necesario. Solo van por la vida en piloto automático y nunca tratan de llegar alcanzar un estándar más alto.

Ahora te das de cuenta que el camino hacia el cielo está pavimentando a través del infierno, y si quieres lograr algo realmente bueno, prepárate a trabajar realmente duro y conseguirlo. Cuando pones el trabajo físico y entrenamiento dentro de tu ser, despejas tu mente de todas las otras cosas que suceden en tu vida. Confía en mí, cuando casi no puedes respirar y tienes cientos de libras en tu espalda, en lo último que piensas es en la renta que debes de alquiler. Lo único que pasa por tu mente es no ser aplastado cuando tratas de regresar.

El trabajo físico duro nos enseña mucho sobre nosotros mismos. Nos enseña nuestro punto de quiebre, cuánto podemos tolerar y hasta dónde estamos dispuestos a llegar. Y uno solo aprende esta lección en el gimnasio, en los deportes, en las artes marciales o cualquier otra cosa que sea físicamente desafiante. Si no te estás exigiendo físicamente, entonces cómo diablos puedes esperar ser un hombre fuerte? El trabajo físico duro no solo desarrolla la fortaleza física, sino que también es uno de los mejores contribuyentes a la fortaleza espiritual y mental. ¿Quieres ser genial? Entonces debes estar sudando. No importa dónde estés en tu vida o si nunca has tocado una pesa antes. Puedes comenzar ahora mismo. Lo que te trajo aquí ya no importa. Lo que importa es lo que viene.

Y tú tienes todo el control sobre ello. Así que puedes elegir acostarte y permanecer en este infierno en el que estás viviendo o puedes luchar para salir. El paraíso que estás buscando no se encuentra muy lejos, sólo asegúrate de estar haciendo lo necesario para llegar ahí. Ahora vete a buscarlo!!

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